ALISTAMIENTO
EN RONDA AÑO 1.691
Podemos pensar que la presión que ejerce
Marruecos sobre las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla es una cuestión
relativamente reciente. Nada más lejos de la realidad si atendemos a los
documentos expuestos a continuación y que dan fe de lo sucedido a finales del
siglo XVII.
En las últimas décadas del Siglo XVII se
abatían serios problemas para la integridad de la monarquía española. La falta
de sucesión de Carlos II, último monarca de la Casa de Austria, impulsó a las
potencias europeas a intervenir en la política hispana. Simultáneamente, el
Sultán de Marruecos Muley Ismail, iniciaba el ataque a las plazas españolas con
el objetivo de eliminar la presencia española en el Norte de África. Ante este
peligro en la ciudad de Ronda se convoca el año 1691 un alarde para conocer las
disponibilidades de la milicia urbana.
En el
testamento del último Monarca Carlos II, al designar al Duque de Anjou, nieto
del Rey de Francia, Luis XIV, como heredero al trono español, desencadenaría
inevitablemente un enfrentamiento bélico entre las potencias europeas. En
cambio, los españoles recibieron con esperanza al nuevo Monarca Borbón, puesto
que su afianzamiento en el trono entrañaría la conservación de la integridad
territorial de la Monarquía y la recuperación del prestigio perdido. Así lo
manifestaron públicamente los madrileños cuando el nuevo monarca entró en
Madrid, un 14 de abril de 1701. Esta misma opinión la confirmaron los súbditos
el 8 de mayo, día en el que el rey Felipe V juraba fidelidad y lealtad a la
Corona española ante las Cortes, en la iglesia de San Jerónimo el Real,
Mantener la integridad de los territorios de
la Monarquía hispana constituyó un reto para el joven rey, en el que puso todo
su empeño. Cuando en 1702 se producen los primeros ataques de la flota aliada
anglo-holandesa en las costas gaditanas y las tropas desembarcan sembrando el
terror en la comarca, los andaluces temen las repercusiones. En la coyuntura
histórica de la Guerra de Sucesión al trono español, las plazas norteafricanas
como Orán, Melilla, Ceuta, Vélez de la Gomera y Mazalquivir tuvieron una
relevante incidencia en los planteamientos estratégicos de la defensa de
Andalucía, si bien, como indica el Marqués de San Felipe, la lejanía hizo
despreciar, e incluso silenciar, la contribución de estas ciudadelas al triunfo
borbónico. A pesar de la dureza de sus asedios, de la falta de víveres y
municiones, de la pérdida continua de efectivos militares y de las difíciles
condiciones de vida en las guarniciones, en las que convivían soldados
pertenecientes a las compañías del ejército regular y a las compañías fijas de
la plaza, integradas por desterrados; plazas como la de Melilla resistieron
heroicamente al embate enemigo.
En años precedentes, concretamente en 1666, la dinastía
alauita alcanzaba el poder desplazando a la estirpe de los saadíes
del gobierno marroquí, lo que alteró la convivencia fronteriza entre las cábilas rifeñas y la plaza de Melillas.
El sultán de Marruecos, Muley Ismail, inició una nueva y arriesgada estrategia
militar al intentar la conquista de las fortalezas españolas y así obligar a
las guarniciones a regresar a la Península. Muley Ismail atacó y puso sitio a Mámora, Larache y Arcila. Mámora
sucumbió en el ario 1681 por lo que el Monarca Carlos II se percató del peligro
que corrían las otras ciudades.
Las relaciones
entre la ciudad y todas las cábilas de su región se
concretaban en pactos denominados "alafias" que permitían a los
rifeños cultivar las huertas y pastar ganados en terrenos bajo control
melillense, y al mismo tiempo establecían relaciones comerciales fluidas que
abastecían a la ciudad de gran parte de sus necesidades. Este contacto
favorable, y que posibilitó cierta permeabilidad cultural entre españoles y
rifeños, se iba a ver truncado por el cambio político en el sultanato.
Para evitar la deriva creciente, se ordenó al Duque de
Villahermosa, Capitán General del Ejército, el rápido envío de refuerzos a
Larache amenazada por el férreo cerco a que la tenían sometida los ejércitos
islámicos.
Las órdenes del Monarca fueron tajantes y traslucen un serio temor de que
Larache y Melilla sucumbieran ante la presión alauita si no llegaban los
refuerzos precisos y en el mínimo tiempo. Y así lo refleja su carta orden al
Duque de Villahermosa: "...a fin de que se gane no solo las horas, pero
los instantes, por lo que urge la necesidad de socorrer a estas plazas"
Añade: "... que no se puede perder de
vista el gran poder que tienen hoy los marroquíes sobre
esta plaza y la de Melilla, de lo que se podría seguir pésimas consecuencias si
se llegasen a perder”.
Las órdenes
reales eran concretas: que se embarquen en Cartagena las tropas de infantería
de la Armada en las cuatro galeras mejor equipadas con armamento de las
Escuadras de Nápoles y Génova bajo las órdenes del Maestre de Campo don Pedro
Fernández Navarrete.
Una vez embarcados los efectivos, debían dirigirse al puerto de Málaga para
completar la dotación con soldados del Tercio de la costa, por estar éstos
mejor preparados que los de la ciudad de Granada.
Los otros navíos de las Escuadras saldrían en cuanto estuviesen equipados con
rumbo a Larache. Para el alimento de las tropas, durante la travesía y los
primeros días de combate, se hizo una provisión de 60.000 raciones. Sin
embargo, a pesar de estos refuerzos, la citada plaza sucumbió al asedio en ese
mismo año 1689 y Arcila en 1691.
Los próximos objetivos militares de Muley Ismail eran abatir las plazas de
Melilla, el Peñón de Alhucemas y Vélez de la Gomera; desalojar a los defensores
y expulsar al invasor de sus costas. Los ejércitos del sultán de Marruecos
rodearon y sitiaron la fortaleza de Melilla empleando la estrategia militar del
desgaste en dos frentes distintos: atacaban las líneas defensivas exteriores de
la ciudad y al mismo tiempo excavaban galerías para alcanzar la base de las
murallas e intentar socavar sus cimientos para penetrar así en el interior del
recinto militar. Las tropas musulmanas
reforzaron el cerco y asedio a la plaza militar, conquistando los fuertes
exteriores de San Lorenzo, el de Santiago, el de San Francisco, el de Santo
Tomás de la Cantera y San Marcos de la Alborrada. Y a
punto estuvieron de penetrar en el recinto urbano.
Abatida la
primera línea defensiva, las tropas del sultán se encontraron frente a los
muros defensivos. Por suerte para la ciudadela de Melilla, los medios técnicos
con los que contaba el ejército de Muley Ismail eran precarios, pues carecían
de piezas de artillería pesada que abatiera los lienzos de la muralla y
abrieran brechas para penetrar en su interior. Los artilleros, que integraban
los cuerpos asaltantes, tuvieron que emplear el único medio posible para
doblegar a una ciudad sólidamente fortificada: la guerra de minas. Por tanto,
la contienda se libraba bajo la superficie del campo de batalla,
transformándose en una confrontación subterránea. La táctica a desarrollar era
la siguiente: los minadores excavaban galerías por debajo de tierra hasta llegar
a la base de las murallas que pretendían abatir. Cuando calculaban estar
próximos a su objetivo colocaban una carga de pólvora que hacían explosionar.
La voladura provocaba el derrumbe de los lienzos de las murallas abriendo
brechas por las cuales podrían acceder al interior de la ciudadela. Las
primeras minas militares alauitas aparecen en el sitio de Melilla en torno al
año 1678 al iniciar los ingenieros del ejército musulmán las excavaciones hacia
las murallas protectoras de la ciudad con intención de abatirlas. Curiosamente,
en el año 1694, tras el cruento ataque, se encontraron los cuerpos de
artilleros o minadores franceses en el campo de batalla. Es decir, estos
mercenarios extranjeros colaboraron activamente en el asalto del presidio
español norte-africano ante la incapacidad e impericia de los artilleros del
sultán.
Juan
José Moretti alude a estos episodios bélicos norteafricanos cuando señala que
al poco tiempo de regresar las milicias rondeñas de un rebato que motivaron
unas naves corsarias que, sitiando a Ceuta, amenazaban a la fortaleza de
Gibraltar se tuvieron que organizar para una nueva contingencia militar.
La presión con la que el sultán de Marruecos, cercaba a la fortaleza ceutí,
obligó a las autoridades locales a reconocer la capacidad militar de los
habitantes de Ronda por si de tenían que acudir en
ayuda de la defensa de las plazas norteafricanas, convocando para ello un
alarde, es decir, una revisión de armas o alistamiento general en el año 1691.
Así consta en la justificación de la confección del padrón:
"Se hace para efecto de las prevenciones
para la defensa de los riesgos que amenazaban los enemigos, en particular el
Rey de Marruecos, que se tiene entendido hace prevenciones para infestar estas
Costas y porque estén prevenidos y resguardados los lugares".
Con esa misma preocupación el
monarca Carlos II, por la Real Cédula del 21 de agosto de 1693, se dirigía a
los Reinos peninsulares con los siguientes términos:
"y porque mi ánimo es más que tener
hombres prontos y hábiles en el manejo de las armas, por si intentasen los
enemigos entrar por las fronteras o marinas, el que les pueda hacer oposición y
castigar su osadía".
Estas milicias sólo entraban en
combate en caso de que la guerra llegase al interior de su propio territorio y
nunca podían ser llamadas a tomar las armas para luchar fuera del mismo. Sus
miembros, que continuaban su vida normal, sólo tenían como obligación acudir a
los alardes que sus jefes les ordenaren. Estos eran, por lo común, hidalgos del
propio lugar. Todos los que pertenecían a estas milicias obtenían grandes
privilegios, entre los que merecen destacarse los siguientes:
-
Quedaban exentos del repartimiento de oficios
que les pudieran servir de carga, así como la exención del repartimiento de
cargas y bagajes.
-
No se les podía prender por deudas contraídas después de haber
sentado plaza
Estaban exentos de embargo por
deudas de armas, vestidos y cama.
En el
Archivo Municipal de Ronda, existe un Legajo marcado con el número 26 sobre el
"Alistamiento general hecho en el año 1691 de todas las personas vecinas
de esta ciudad de Ronda, exenta y no exenta, nobles y del Estado general desde
18 a 60 años capaces del ejercicio de las armas en virtud de Real Provisión del
Consejo de 17 de julio de dicho año. Y acuerdo para las propuestas de Capitán
de las Compañías de Milicias en el año 1695".
-
No estaban comprendidos en los bandos y pragmáticas que sobre la
austeridad en el traje se estaban dando
-
Podían usar armas, incluso después del toque
de queda.
A la nobleza
se le estimula concediéndole 1 petición de hábitos de las Órdenes Militares con
ocho años de asistencia a las milicias y la habilitación de estos servicios
para ser oficiales en el ejército y en la armada. Sin embargo, se puntualiza
que: "para gozar de dichos privilegios y fueros han de asistir a
todos los alardes, así generales, como particulares, para ejercitarse en el
manejo de las armas".
Una vez asignada la cantidad de hombres que
formarían estas unidades y que iban en proporción al número de vecinos, las
plazas se cubrían voluntariamente. Pero como esto no siempre ocurría se
realizaba un sorteo entre los vecinos para completar el cupo asignado. No
obstante, según Calvo Poyato, existían una serie de excepciones a la hora de
realizar los sorteos.
-
Primeramente, los nobles e
hijosdalgo por la calidad que han de ser ellos los capitanes y alférez, además
de estar todos obligados a acudir a los llamamientos que se les hiciere con sus
armas y caballos.
-
De estudiantes, uno de cada cien vecinos y
los matriculados en Universidades De la Inquisición los que fueren
del número, como no exceda de cuatro, menos en las ciudades donde hubiere
Inquisición, que allí serán hasta veinte
-
De los labradores, los que fueren de dos arados de mulas o bueyes
-
De escribanos, el del Cabildo, y los de Número
-
Los que tuvieron cuatro hijos también deben ser exentos
-
También los que estuvieren quebrados, con rotura que llegue a
hacerse bolsa grande. Los cojos y mancos que fuere manifiesto su achaque.
-
Los que no tuvieren cumplido veinte años y
los que pasaren de los cincuenta
-
Un maestro de Escuela y en las ciudades dos o tres. Otro de
Gramática donde no hubiere Colegio de ella
-
En la casa que cayere un hijo de familia sin ser casado o el
padre, han de salir de la suerte el padre y hermanos, porque en cada casa no ha
de haber más que uno; y si saliere el padre e hijo quisiere sentar por él, sea
el padre libre de ello".
Desde mediados del siglo XVII se utilizaban medios de coacción para un adecuado
reclutamiento como embargo de bienes, cárcel, etc. aplicados todos ellos en
épocas de confrontación bélica.
Alistamiento
general
El alarde, revisión de armas o alistamiento general afectaba a los
vecinos y moradores de la villa que estaban obligados a prestar su servicio de
armas en la hueste concejil.
Los más acomodados prestaban su servicio a caballo y la gran mayoría, los
peones, lo hacían a pie. La carencia de recursos obligaba a contar con el
armamento de los particulares y este debía ser controlado por el Concejo para
saber en que estado de uso se encontraban. Todos los
vecinos a excepción de los clérigos, hidalgos y pobres estaban obligados a
participar en las revistas generales de inspección de armas que se realizaban
dos veces al ario y los particulares semanalmente.
La documentación histórica nos permite recrear y conocer la realidad de la ciudad
de Ronda, en la última década del setecientos, aportando datos singulares en
liza al ordenamiento general de Valladolid del año
1495 .
Em el documento citado de Valladolid ,la primera alusión al desarrollo de un
alarde o revista la ofrece Matías Sangrador Vítores y concreta los premios que se entregarían a aquellas
personas que se presentasen mejor equipadas y fuesen más diestras en el manejo
de las armas.
Se declara que uno de cada 12 habitantes,
, cuya edad oscilase entre veinte y cuarenta y cinco años, debía alistarse al
servicio de los monarcas, bien para las guerras en el exterior o bien para el
mantenimiento del orden interno del Reino. Los otros 11 restantes sólo serían
llamados en caso de extrema necesidad.
Los que prestaron el servicio de armas recibían el estipendio correspondiente
y, además, estarían exentos del pago de tributos.
Hemos de destacar la valiosa
información en lo que se refiere las profesiones que ejercían según los barrios
en los que habitaban, así como la actividad que predominaba en cada zona de la ciudad,
es decir, el marco económico de Ronda a finales de la centuria del XVII.
Los resultados quedan reflejados en una serie de cuadros, gráficos y listados.
Se indica la necesidad de que acudan todas las personas vecinas de la ciudad,
estuvieran a no exentas, desde los 18 a los 60 años capaces del ejercicio de
las armas.
No figuran las mujeres, los clérigos, que estaban llamados en el mismo, los
menores de 18 años, muchos de ellos aprendices, los estudiantes, los ancianos,
algún miembro del cabildo o de la Real Maestranza.
El
alistamiento general que analizamos fue convocado por el Corregidor, Capitán de
Guerra de Ronda y su Tierra, con la de Marbella y sus Partidos, Superintendente
y Administrador General de Rentas Reales y Servicio de Millones, don Alonso
Pacheco, Caballero de la Orden de Alcántara, Caballerizo de Su Majestad y
Regidor perpetuo asistido por los Caballeros Diputados: don Francisco Reinos
Francés, el Capitán Cristóbal Vázquez Mondragón, don Juan Guerrero de Escalante
y don Juan Chavero de Rivera, regidores perpetuos de la ciudad de Ronda en
obediencia a la Real Provisión de Su Majestad y su Real Consejo, expedida en
Madrid en 7 de julio de 1691, y del Arzobispo de Zaragoza, Gobernador del
Consejo Real. Así mismo, acudieron los jurados don Antonio de Avilés y
Francisco González.
Previamente había sido pregonado el alarde en todos los lugares para que los
vecinos y moradores asistiesen con todas sus armas, a pie o a caballo, según
sus posibilidades.
Todos los presentes hicieron juramento ante el Escribano Público y Mayor de
Cabildo, Vicente del Castillo. A través de dicho juramento podemos conocer las
armas que poseían, si tenían o no caballo, su edad, su oficio, su estado civil.
Las anotaciones del padrón se iniciaron el día 25 de julio, día en que se
celebra al apóstol Santiago, patrón de España.
El alarde tiene valor como fuente demográfica
para conocer la ciudad en las últimas décadas del reinado de Carlos II con la
ausencia de los no aludidos en dicho escrito y que constituían un conjunto
importante de la población, pese a ello tiene gran relevancia al poder valorar
desde aquí los estragos causados por la epidemia de 1680.
Valentín Fernández Vargas destaca que Ronda
contabilizaba en ese mismo año unos 2.400 habitantes. En cambio.
Juan Antonio Estrada señala para Ronda el número de 3.900 vecinos, agrupados en
3 parroquias, y 4 conventos de religiosos y 2 de monjas, manifestándose en
estos datos una notable diferencia con la cifra anterior.
Si tenemos en cuenta el relato de Moreti en el que
manifiesta que la escasez de agua en los años 1678 y 1679 fue la causa de la
propagación del contagio denominado del "catarro" que causó una gran
mortandad en la población. No precisa datos, pero sí destaca que todas las
calles se vieron afectadas. De entre estas reseñamos una, que desde entonces se
la denominó "de los muertos”,
La situación debió de ser tan extrema, que
fue necesario que el Obispo Fray Alonso de Santo Tomás solicitase la presencia
de los hermanos de San Juan de Dios para que se hicieran cargo del hospital de
Santa Bárbara, por falta de personal que atendiera a los contagiados. La
presencia de los hermanos de San Juan de Dios en Ronda hizo posible que se
ampliase la enfermería para albergar a un mayor número de enfermos.
Otra circunstancia que tenemos que considerar es el terremoto acaecido en
nuestra ciudad y dado lo considerable de los destrozos que ocasionó, está claro
que la población también tendría que ser afectada por el mismo.
Hay dos fuentes que datan con fechas distintas el terremoto que destruyó parte del
templo de Santa María. Entre estas hay un siglo de diferencia (1.580 y 1680,
una horquilla demasiado amplia), y ambas relatan la virulencia del mismo.
Una de las consecuencias más visible fue el derrumbe de la fachada del Norte del
templo, por lo que hubo que trasladar urgentemente los enseres, las imágenes y
el archivo a las iglesias más cercanas.
De todo ello deducimos que la mortandad debió ser considerable con
la consiguiente merma de efectivos humanos, por lo que el número aportado en el
primer estudio, parece ser más acorde. con la población de Ronda.
A mediados del siglo XVIII, en el Catastro
de Ensenada se constata que el vecindario de Ronda se componía de 2.420 vecinos
y en las casas de campo y alquerías se contabilizaban unos 20 más.
Otra fuente demográfica ofrece el censo de 1769 que sitúa el número de
habitantes en 11.773, cifra muy similar a la que aparece en la Relación que
el Obispado de Málaga remite al Geógrafo Real, Tomás López, entre los años 1779
a 1782, en que se señala 2.112 vecinos para la ciudad de Ronda, las cifras que
arrojan los informes del obispado malagueño coinciden con las apreciaciones de
Domínguez Ortiz".
Pascual Madoz cifra en 3.543 el número de vecinos para los años
1845-1850.
Para albergar a la población se habían recontado 1.212 casas, 159 camaretas, 21
edificios inhabitables y 49 solares.
Señala, que, en el año 1845, cuatro parroquias y una auxiliar,
entre las cuales la de Santa María de la Encarnación detenta el título de
Mayor. Las otras son la de Santa Cecilia, la del Espíritu Santo la del Socorro.
La iglesia del convento de trinitarios descalzos servía como auxiliar de Santa
Cecilia.
A la luz de todo ello. el número de alistados que aparecen reflejados en el alarde del año 1691
es de 1.820, cifra en la que, como indicamos anteriormente, no figuran las
mujeres, ni los clérigos, que estaban exentos, ni los menores de 18 años,
muchos de ellos aprendices, ni los estudiantes, ni los ancianos de edad de más
de 60, además de algún miembro del cabildo o de la Real Maestranza, repartidos
en las tres collaciones parroquiales.
El listado aporta la singularidad de notarse en él, sin que sepamos la razón, 2
jóvenes menores de 18 años, uno con 15 y otro con 16, y 3 de edades
comprendidas entre los 65 y los 68 años, fuera de los rangos señalados a tal
fin.
Además, encontramos tres referencias al sexo femenino al anotar el Escribano
Mayor de Cabildo, Vicente del Castillo, "El marido de la Cobena, 40 años", o "Francisco, el hijo de
Constanza de Rojas", o "Pedro, hijo de la viuda de Teba".
Lugar de residencia de los alistados por
calles
|
Lugar residencia |
Total |
Sin
Armas. |
Con
Armas. |
|||
|
Bajada a la Puente desde la Calle de las Boticas |
37 |
24 |
13 |
|||
|
Barrio del Señor San Francisco, Plazuela y Polvero |
53 |
47 |
6 |
|||
|
Calle de Albertos y de la Bola |
37 |
34 |
3 |
|||
|
Calle de Figueroa |
16 |
14 |
2 |
|||
|
Calle de Gracia |
7 |
7 |
0 |
|||
58 |
47 |
11 |
|
||||
Calle
de Juan Méndez Moreno |
8 |
7 |
1 |
|
|||
Calle
de Juan Pabón, por lo bajo |
64 |
60 |
4 |
|
|||
Calle
de la Ermita |
21 |
19 |
2 |
|
|||
Calle
de la Fuente de Cantos |
29 |
26 |
3 |
|
|||
Calle
de la Mina |
10 |
8 |
2 |
|
|||
Calle
de la Naranja hasta lo alto |
37 |
33 |
4 |
|
|||
Calle
de la Parra |
16 |
15 |
1 |
|
|||
Calle
de las Boticas |
96 |
75 |
21 |
|
|||
Calle
de Casas Pintadas a Sto Domingo y Da Elvira IP
Caballero |
43 |
37 |
6 |
|
|||
Calle
de las Monjas y Clavero |
11 |
10 |
1 |
|
|||
Calle
de las Monterrejas, por alto |
14 |
12 |
2 |
|
|||
Calle
de las Peñas |
27 |
24 |
3 |
|
|||
Calle
de los Remedios, por lo alto |
89 |
85 |
4 |
|
|||
Calle
de los Remedios, por lo bajo, remata |
22 |
20 |
2 |
|
|||
Calle
de los Vicentes |
21 |
17 |
4 |
|
|||
calle
de Montes, por lo alto |
29 |
22 |
7 |
|
|||
Calle
de Puya entrando por la de Peñas |
67 |
56 |
11 |
|
|||
Calle
de San Acasio |
53 |
49 |
4 |
|
|||
Calle
de San Francisco, empezando por lo alto |
113 |
104 |
9 |
|
|||
Calle
de Setenil hasta lo alto |
31 |
27 |
4 |
|
|||
Calle
de Sevilla, por lo alto |
185 |
155 |
30 |
|
|||
Calle
del Cerrillo |
25 |
22 |
3 |
|
|||
Calle
del Ganado hasta lo alto |
22 |
22 |
0 |
|
|||
Calle
del Hospital desde el Peso de la Harina |
51 |
32 |
19 |
|
|||
Calle
del Linaseno |
23 |
22 |
1 |
|
|||
Calle
del Portichuelo para lo alto |
13 |
12 |
1 |
|
|||
Calle
Empedrada, Horrillo, Prado, Ruedo de la Alameda, corral. |
53 |
46 |
7 |
|
|||
Calle
Horno Barranco para lo alto |
68 |
57 |
11 |
|
|||
Calle
Lozano |
14 |
13 |
1 |
|
|||
Calle
Luna y Pozo de la Merced |
9 |
8 |
1 |
|
|||
|
Calle
Marbella hasta tras de Nuestra Señora de Gracia |
32 |
28 |
4 |
|||
|
Calle
María Cabrera |
31 |
23 |
8 |
|||
|
Calle
Nueva |
16 |
14 |
2 |
|||
|
Calle
Real desde la Puente |
50 |
34 |
16 |
|||
|
Calle
Torrejones, empezando desde la Alameda |
100 |
84 |
16 |
|||
|
Calle
Zamorano |
11 |
10 |
1 |
|||
|
Cuevas
y Calle de la Pileta |
10 |
9 |
1 |
|||
|
Curtidurias
|
33 |
29 |
4 |
|||
|
El
Castillo intramuros |
49 |
27 |
22 |
|||
|
Puerta
de la Sijara y Goleta |
16 |
12 |
4 |
|||
|
Total,
individuos |
1820 |
1538 |
282 |
|||
A
mediados del siglo XIX, Ronda contaba con unas 95 calles distribuidas entre los
tres barrios de la ciudad: el Mercadillo, la Ciudad y el de San Francisco.
Pascual Madoz indica un mayor número de calles, situándolas en 108. En la zona
Oeste se encuentra el barrio del Mercadillo, que con anterioridad se le conocía
como el barrio de la Puente, de anchas casas construidas a cordel sobre una
llanura, conforme a las Ordenanzas Municipales de 1588. En este barrio
se asentaron hombres y mujeres que llegaron a Ronda como nuevos vecinos, por lo
que los edificios que se construyeron en la Carrera de Espinel y en la Plazuela
de Alarcón para albergarlos constan de amplios balcones y cierros de cristal.
En el extremo Sur de ese mismo barrio se encuentran otras
casas agrupadas en torno a la parroquia de Santa Cecilia, adaptadas a la
irregularidad de las calles debido al desnivel conforme bordean el río. El
barrio del Mercadillo se encuentra unido al de la Ciudad por un magnífico
puente de cantería sobre el río Guadalevín, obra de
ingeniería del siglo XVIII.
En este espacio urbano aún se conservan las vías de tránsito estrechas y
sinuosas, incluso alguna empinada, bordeadas de construcciones domésticas
embellecidas con arcos, columnas, artesanados y arabescos que revelan la
procedencia aristocrática de sus dueños. Junto a estas se han levantado otras
edificaciones de nueva construcción que embellecen la barriada. Situada en el
centro se encuentra la Plaza de Santa María, amplia y extensa, aunque se figura
irregular e incómodo.
Una vez pasada la muralla, se extiende el
barrio de San Francisco, nombre que rememora el convento que tanta influencia
tuvo en el pasado. Hoy solo se conserva la iglesia y algunos lienzos, las
calles son rectas y espaciosas con edificios notables. En el centro de la
barriada se encuentra la plaza principal, en la que antiguamente se realizaban
las carreras de caballos y en la que los maestrantes se ejercitaban en el
manejo de las armas y en sus ejercicios ecuestres. Bordeaban la plaza dos
hileras de asientos.
De estos tres barrios acuden los vecinos
ante la llamada del Corregidor para presentarse y declarar las armas que
constan en su poder, así como los datos requeridos.
En las seis calles que comprendían el barrio de la Ciudad, vivían 293 de los
alistados.
En el de San Francisco 403 y 1124 en el del Mercadillo.
La calle más extensa es la de Sevilla, en el Mercadillo, en donde tienen su
domicilio 185 de los hombres censados, mientras que la más corta es la de
Gracia, también en el Mercadillo, en la que sólo aparecen 6 alistados.
Curiosamente se puede realizar una reconstrucción del callejero porque la
mayoría de las calles siguen manteniendo en la actualidad el mismo nombre.
Así en el barrio de San Francisco encontramos reflejado las calles
donde residían los alistados: Plazuela, Polvero, Marbella hasta Nuestra Señora
de Gracia, San Acacio, San Francisco, Torrejones, Empedrada, Prado, Ruedo de
Alameda y Corral de Vacas.
Por lo tanto, de los 1.820 alistados 293 habitaban en el barrio de
la Ciudad, 403 en la barriada de San Francisco y 1.124 en el Mercadillo.
Si comparamos estos datos con el Censo de 1769, en el que los
datos de población corresponden a las parroquias censadas y quedan reflejadas
por tramos de edad y por sexos, podemos deducir que en
la parroquia de Santa María, en el barrio de la Ciudad, se contabilizan 2.483
almas, 1.058 de las cuales son varones y 1.405 mujeres.
Por tramos de edad útiles para el alistamiento, se constituyen de
la siguiente forma:
- de 16 a 25 años 110
- de los 25 a los 40 años 245
- de los 40 a 50 años 125
- mayores de 50 arios a 159.
Sumando un total de 639.
En estas cifras no computarían 216 niños y a los 203 adolescentes, así como los
eclesiásticos, los religiosos.
En el barrio de San Francisco la parroquia
que agrupa a los feligreses es la del Espíritu Santo, que contabiliza en el
ario 1769 un total de 2.175 almas de las cuales 1.127 corresponden a varones y
1.048 a mujeres.
Los tramos de edad útiles para el alistamiento los siguientes:
- de 16 a 25 años191
- de los 25 a los 40 años 192
- de los 40 a 50 años 118
- mayores de 50 arios a 95.
Sumando un total de 596 hombres hábiles para acudir a la urgencia militar. Esta
cifra se alcanzaría al excluir a los 209 niños y a los 322 adolescentes.
Por último, en la parroquia de Santa
Cecilia, en el barrio del Mercadillo se contabilizan 7.115 almas 3.311 de las
cuales son varones y 3.774 mujeres. De los 3.311 hombres se registran en los
tramos de edad:
- de 16 a 25 arios 494
- de los 25 a los 40 años 697
- de los 40 a 50 años 351.
- mayores de 50 años a 496.
Sumando un total de 2.038. Esta cifra se alcanzaría al excluir a los 592 niños
y a los 681 adolescentes.
Tipología de las armas y su cuantificación de las mismas.
En estos datos, destaca en primer lugar que de los 1820 alistados
1538 vecinos declaran no poseer armas, es decir un 85%., y es el grupo que
posee un mayor número de personas. especificar
Armas presentadas
alistados |
Sin armas |
Con
1 |
Con
2 |
Con
3 |
Con
4 |
Con
5 |
Con
6 |
Con
9 |
1820 |
1538 |
250 |
25 |
2 |
2 |
1 |
1 |
1 |
El tipo de arma más común son las escopetas seguidas de picas, arcabuces,
alabardas, lanzas, mosquetes, medios cañones y adargas.
A partir del siglo XVI la Caballería cuando pierde su supremacía a favor del
arma de Infantería. Se generaliza el uso del arma de fuego de pequeñas
dimensiones que puede ser manejada por un solo hombre. Entre las armas
ofensivas para atacar al enemigo y dejarle fuera de combate están: dardo, venablo,
chuzo y cuchillo junto a la pica, la espada y la daga; también llamadas armas
blancas por el color del acero.
-
Adarga: Escudo de cuero, de gran aplicación para los juegos de
cañas y alcancías. No tenían armazón ni otra resistencia que la de las pieles,
dobladas, plegadas y fuertemente cosidas.
-
Lanza: Arma ofensiva consistente en un asta o palo largo en cuya
extremidad está fijo un hierro puntiagudo y cortante a manera de cuchilla.
-
Pica: La pica estaba formada por un hierro engarzado en una asta
de madera dura, normalmente de fresno. En la parte superior, el hierro o
moharra se dividía en tres partes: la punta o cuchilla que podía tener
diferentes formas punzantes: de hoja de olivo, de hoja de laurel, apuñalado, de
cuatro esquinas, de diamante.
-
Alabarda: También era un arma ligera y de
menor longitud que la pica. Llevaba un hierro muy característico, que tenía en
la parte superior una hoja estrecha y puntiaguda de unos 30 cm de
largo con filo en los dos lados. En la base de la hoja y perpendicular a ésta,
se encuentra la veleta, pieza que por un lado termina en pico o gancho y por el
otro en hoja de hacha.
-
Arcabuz: Era un arma de fuego portátil, de avancarga, de ánima
lisa, con cajón de madera, dotada para su funcionamiento de un mecanismo
especial llamado llave de serpentín. Dispara proyectiles de unos 40 gr. de peso
y su distancia eficaz de empleo era entre 15 y 20 m. Su equipo consistía en una
bandolera de la que colgaban pequeños recipientes con la carga de pólvora para
cada disparo previamente medida, un frasco de polvorín y otro de pólvora, una
bolsa para las balas de plomo que ellos mismo fundían, un rollo de mecha para
dar fuego al arma, eslabón y pedernal para encenderla y un rascador para
limpiar el arma.
-
Mosquete: Durante el siglo XVI se extiende el uso del mosquete que
es, en realidad, un perfeccionamiento del arcabuz. La diferencia consiste en el
cañón, hecho de listones de hierro soldados por forja, y de mayor longitud
(126cm). Al ser su peso mayor, no podía apuntarse sujetándole con los brazos,
se apoyaba en una horquilla, dándole fuego igual que al arcabuz. Su alcance
aumento a 300m y su potencia era mayor.
-
Escopeta: Arma de fuego con ánima lisa, más ligera que el arcabuz
y el mosquete, utilizada para la caza. La diferencia principal con aquellas es
el proyectil empleado, mientras en las dos primeras se dispara una sola bala
redonda en la escopeta se tira con perdigones.
El número total de armas presentadas por los 1820 hombres
convocados al alarde para su revisión es de 334; de las cuales 267 son de fuego
(225 escopetas, 4 mosquetes, 35 arcabuces y 3 medios cañones) y 67 armas
blancas (52 picas, 7 alabardas, 6 lanzas y 2 adargas).
escopetas |
picas |
mosquetes |
alabardas |
arcabuces |
otras
|
blancas |
|
total |
225 |
52 |
4 |
7 |
35 |
11 |
67 |
267 |
334 |
Armas de fuego |
Armas presentadas |
Total |
|||||||
escopeta |
mosquete |
arcabuz |
alabarda |
pica |
otras |
fuego |
blancas |
total |
|
de Campos, Juan Jerónimo |
2 |
0 |
4 |
0 |
1 |
2 adargas y frascos |
6 |
3 |
9 |
González, Fernando |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
de Albendin,
Bartolomé |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
García de León, Juan |
0 |
0 |
0 |
1 |
0 |
frascos |
0 |
1 |
1 |
de Pangua, Bernabé |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
García, Marcos |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Muñoz, Juan |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Sánchez Gallego, Francisco |
o |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
de Mira, Gabriel |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
de Espinosa, Francisco |
0 |
0 |
2 |
0 |
0 |
frascos |
2 |
0 |
2 |
Muñoz, Francisco |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Morejón Orón, Jorge |
0 |
3 |
0 |
0 |
0 |
3 medios cationes de artillería |
6 |
0 |
6 |
de Ahumada Juan |
2 |
0 |
0 |
0 |
1 |
2 lanzas |
2 |
3 |
5 |
Martín, Antonio |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Laso de la Vega, martín Carlos |
1 |
0 |
0 |
0 |
1 |
2 lanzas |
1 |
3 |
4 |
de Ahumada y Mendoza' Bartolomé
Felix |
0 |
0 |
0 |
0 |
2 |
1 lanza |
0 |
3 |
3 |
García, Juan |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
López,
Francisco |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Lobato,
Miguel |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Ramírez,
Pedro |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Holgado,
Rodrigo |
1 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
2 |
0 |
2 |
López,
Juan |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Herrera,
Alonso |
0 |
1 |
0 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Sánchez,
Bartolomé |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
González,
Francisco |
1 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
2 |
0 |
2 |
Martín,
Manuel |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Blanco,
Cristóbal |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
de
la Cava, Agustín |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Mariscal,
Pedro |
1 |
0 |
1 |
0 |
0 |
1
lanza |
2 |
1 |
3 |
de
Chaves, Diego |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
de
los Reyes, Pedro |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
de
Puya, Alonso |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Mateos,
Gregorio |
0 |
0 |
1 |
0 |
0 |
frascos |
1 |
0 |
1 |
Poseedores
de armas blancas |
Número
de Armas presentadas Total armas |
|
|||||||
escopeta |
|
|
alabarda |
|
|
blanca |
fuego |
total |
|
de
Campos, Juan Jerónimo |
2 |
1 |
0 |
0 |
4 |
2 adargas |
3 |
6 |
9 |
de
Ahumada, Juan |
2 |
1 |
0 |
0 |
0 |
2 lanzas |
3 |
2 |
5 |
Bázquez
de Mondragón, Gaspar |
2 |
2 |
0 |
0 |
0 |
|
2 |
2 |
4 |
Laso
de la Vega, Martín Carlos |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
2 lanzas |
3 |
1 |
4 |
Mariscal,
Pedro |
1 |
0 |
0 |
0 |
1 |
1 lanza |
1 |
2 |
3 |
García,
Diego |
1 |
0 |
0 |
1 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Guerrero
de Escalante, Juan |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Reinoso
Francés, Francisco |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Laso
de la Vega, Juan Florencio |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Beltrán,
Bartolomé |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Holgado
Carvajal y Sandi, Alonso |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Morejón
Girón, Nicolás |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Naranjo,
Pedro |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Ignacio,
Esteban |
1 |
0 |
0 |
1 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Muñoz,
Alonso |
1 |
0 |
0 |
1 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Moreno Bázquez de Mondragón, Manuel
|
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Vasco
de Ruara, Francisco |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
de
Rivera Chavero, Juan |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Morejón
Gjón, Iñigo |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Bázquez
de Mondragón, Juan |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
de
la Calle Moreno, Alonso |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Guerrero
de Escalante, Martín |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Muño
de Salcedo, José |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
de
Torres, Cristóbal |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Holgado
Carvajal y Sandi, Gaspar |
1 |
1 |
0 |
0 |
0 |
|
1 |
1 |
2 |
Edades de los alistados con el estado civil declarado
edad |
personas |
Estado
Civil |
||||
no
consta |
casado |
casado? |
soltero |
viudo |
||
no consta |
10 |
6 |
|
|
4 |
|
menos de 20 |
76 |
11 |
4 |
0 |
61 |
0 |
entre 20 y 29 |
453 |
38 |
198 |
0 |
217 |
0 |
entre 30 y 39 |
636 |
23 |
557 |
0 |
56 |
0 |
entre 40 y 49 |
430 |
15 |
389 |
1 |
23 |
2 |
entre 50 y 59 |
210 |
3 |
185 |
0 |
18 |
4 |
60 o más |
5 |
1 |
2 |
1 |
0 |
1 |
Total |
1820 |
97 |
1335 |
2 |
379 |
7 |
El desglose por edades es el siguiente:
-
Los más jóvenes, entre los 15 a 19 años no sobrepasan el número de
76.
-
Los componentes de la década entre los 20 a los 29 constituye una
cifra considerable, 453 vecinos.
-
-De entre 30 y 39 años arroja 636 varones mientras
-
De 40 y 50 la cifra asciende a 430.
-
los de más de 60 años, 5 individuos que se presentan al
alistamiento.
Como se deduce de la siguiente gráfica los dos picos coinciden con
los vecinos que acuden a la revisión entre los 30 y 40 años siendo menor la
presencia de los mayores de 60 años, con 5 representantes y los jóvenes que no
han cumplido los 20 arios que apenas sobrepasan los 75 hombres.
Si llevamos a cabo un análisis del
barrio por el que se encuentran distribuidos por edades
Por lo que respecta al estado civil de los hombres que acuden a la
revisión de armas en 97 anotaciones no consta este dato. 1347 figuran como
hombres casados, es decir un 74%; 376 solteros, en torno al 21 % y 7 viudos, no
llega al 1%; de 2 se cuestiona si están casados o solteros.
A MODO DE RESUMEN
Después de todo lo expuesto anteriormente y a modo de cierre, me permito dos reflexiones:
- la importancia y valor de nuestro archivo histórico, entendido como el gran préstamo de las generaciones venideras y sobre el que tenemos la obligación, no solo de cuidar, sino de divulgar; solo lo conocido se valora.
-
los habitantes de la ciudad de Ronda han
demostrado con creces y a lo largo de su dilatada historia la entrega, valentía
y lealtad en los momentos en los que se les necesitó.
No fue solo al defender las ciudades norteafricanas, también ante la invasión
napoleónica el pueblo junto a los nobles aquí afincados logró expulsar al
invasor teniendo en cuenta la escasez de hombres, de armas, de formación… lo
que no fue escusa para lograr sus objetivos.
Los rondeños hacen así realidad el lema de nuestra ciudad y que lleva inscrito en su escudo: “RONDA, FIEL Y FUERTE.