LA SEMANA DE PASIÓN

En primer lugar, indagaremos sobre el origen de las cofradías penitenciales.
Las cofradías que nacen en torno a la pasión y muerte de Jesús , o sea al dolor humano de Cristo, hombre y Dios, y por ende con el sufrimiento de María, no comienzan a desarrollarse en España, ni en el resto del mundo cristiano, hasta el bajo medievo, o sea hasta los siglos XIV y el XV, y no será hasta el siglo XVI cuando aparezcan plenamente definidas.
La primera cofradía en torno a la pasión de Cristo, así definida, se incorporó mucho tiempo después de su fundación. Fue la noche del Jueves al Viernes Santo, preludio de la muerte de Jesús, el día y la hora escogidos. Es la cofradía de la Vera Cruz, Santa Cruz o la Cruz. Esto sucede entre 1.500 y 1.520.
Por imitación de estas cofradías, se fundaron otras también de carácter penitencial.
Antes de proseguir, debemos aclarar que antes de la aparición de estas manifestaciones de fe ante el sufrimiento, el escarnio y la muerte de Dios hecho hombre, , el pueblo cristiano celebró estos misterios desde su realización, lo que ocurre, es que varió la forma de contemplarlo. La contemplación del dolor humano reflejado en Jesús, que es Dios, sus sufrimientos físicos y psíquicos en las postreras horas de su vida, llevando estos pasajes de la vida de Jesús a la calle, no ocurre en España hasta la aparición de las cofradías de Semana Santa. Para que ello ocurra, fueron necesarios varios siglos, y para ello intervinieron múltiples factores: teológicos, litúrgicos, ascéticos, afectivos,artísticos, económicos, políticos, etc.
Todo se centra en un personaje con mayúsculas: Jesús, que es Dios y hombre verdadero. Para llegar a esta formulación se tardaron siglos que se sucedieron, entre concilios, discusiones teológicas y cismas.
A través de los concilios ecuménicos, como el de Nicea en el año 325, el de Éfeso de 431, o el de Calcedonia de 451 y el tercer Concilio de Constantinopla entre el 680 y el 681, se fue definiendo el misterio de la persona del Hijo, que era igual al Padre, pero con dos naturalezas: la divina y la humana; con dos entendimientos:: el divino y el humano; y con dos voluntades: la divina y la humana.
Con esto, queremos decir, que prácticamente hasta el siglo XIII a niveles teológicos, predominaba mas la esencia divina de Jesús que la humana.
Cuando la devoción hacia Cristo comienza a moverse en dirección a su humanidad, San Anselmo (1033 a 1.109, benedictino), nació en Aosta del Piamonte(Italia)y ocupó el cargo de abad en la abadía de Pek. Y a partir de 1.093, el arzobispo de Cantérbury (Inglaterra, es uno de los primeros autores, que en su libro Cruz Deus Homo, dará un paso en la reflexión teológica hacia la forma de la redención de Jesús. Hasta San Anselmo, o sea hasta la alta edad media se propusieron varias teorías sobre la redención prevaleciendo la del rescate: Cristo se hace hombre para rescatarnos del poder del pecado. Es San Anselmo, el primero que reúne, de una manera sistemática, otros motivos expuestos por las escrituras y que él resumiría en la "redención". "En el marco del orden universal, entiende el pecado como una retirada del reconocimiento que se debe a Dios como Señor, y por tanto, como destrucción del orden creado. Por lo tanto, se requiere una obra penintencial de libertad humana, que no sea debida, y que compense y aun, supere la culpa. Pues bien, al hombre le falta la pureza necesaria para esa satisfacción y reparación completa, tal satisfacción es posible por la justicia y la misericordia de Dios, aunque solo la puede llevar a cabo Dios Hombre, sin pecado, mediante su muerte, no debida. Y por tanto, que mediante esa entrega de su vida, indebida por completa, obediente y amorosa, devuelva a Dios el honor en la creación".
Muy resumidamente y a grandes rasgos podemos decir, que a partir de estas reflexiones, la única forma humana con la que podemos limpiar de nuestra alma el pecado es a través de la penitencia, es sentir en nuestro cuerpo el dolor que Jesús nos muestra en su redención
Así pude leer en una oración dedicada al Señor del gran Poder: "Mírame,ámame, y sígueme, pero con tu cruz, la tuya, que yo llevé la mía, y la llevé por ti".
Entre los santos influeciados por su amor a la pasión está santa Brígida de Suecia. Esta monja llegó a diseñar un hábito para sus religiosas: " Sobre el velo se pondrán una corona de tela blanca y sobre esta cinco pedazos de paño rojo como cinco gotas de sangre. La primera en la frente, la segunda en la nuca, la tercera y la cuarta sobre la oreja y la quinta en medio del cráneo, como el centro de la cruz ".
Tanto, Dominicas, franciscanos o los Cartujos, adaptaron sus vestiduras a simbolizar la sangre y las llagas de Cristo.
Sumemos a todas estas manifestaciones, la evolución que a través de estos años va teniendo la imaginería en torno a Jesús y María, al mismo tiempo que aumenta el culto popular a estas imágenes dentro de los templos por el pueblo cristiano. tengamos también en cuenta que solo a partir del siglo IV es cuando se empieza a dar culto a la cruz, y posteriormente asociando su liturgia con el viernes. En España conforme al concilio IV de Toledo del año 633, cánones 7 y 8 se debían celebrar oficios divinos, durante los cuales, se predique el misterio de la Cruz el mismo día en el cual Cristo expiró.
En algunos lugares se fundaron cofradías de flagelantes. En ellas se imitaba el sufrimiento de Cristo hasta llegar a producirse físicamente, desde simples moratones hasta heridas sangrantes.
Si unimos la devoción a unas determinadas imágenes que nos representan a ese Dios Hombre, que padece en la cruz por los pecados del mundo, con la necesidad del hombre de expiar sus pecados a través de la penitencia, nos
encontraremos con la manifestación pública de este hecho, que no es otro, que la creación de las cofradías penitenciales.
En un principio, estas cofradías centraban el culto exclusivamente en los templos, salvo en las catástrofes, como por ejemplo en las grandes epidemias o en periodos de sequía, en las que se procesionaba a Cristo en unas toscas andas y a forma de rogativa. También cabe destacar las obras de caridad que a cada hermandad le hacía tener su propia identidad dentro de la Iglesia. Así, nos encontramos, entre otras, a la cofradía del Santo Entierro de Cristo, fundada tras la reconquista de Ronda por el rey Fernando " el Católico ", y que se dedicaba a dar sepultura a aquellos rondeños, que por falta de medios no podían costear su sepelio. Aún hoy, esta hermandad, al aproximarse la Semana Santa, sale a la calle a pedir limosna para costear el Entierro de Cristo. Y lo hacen de una manera muy singular, pues los hermanos llaman la atención de los vecinos tañiendo unas campanas al mismo tiempo que a grandes voces dicen: " Santo Entierro de Cristo"., en sus manos llevan un pañuelo negro atado desde los extremos por un nudo y en el que van depositando las limosnas que las gentes les van dando.
O aquellas que acompañaban a los reos que iban camino al cadalso, primero llevándole comida los calabozos y después rogando a Dios por el alma del desdichado. También existen las cofradías gremiales. Así es el caso de los hortelanos, asociados desde hace años, con la hermandad del misterio de Jesús orando en el huerto, o la cofradía del Santísimo Cristo de los remedios, asociada al gremio de los comerciantes
así llega hasta nuestros días, eso sí, algo deformada, esta forma tan peculiar de los católicos de acercar el sufrimiento del Dios Hombre hasta nuestras calles, es como poner ante nuestros ojos la cruda realidad entre la vida y la muerte con la que nos enfrentamos a diario, sin ver los rostros de los que llevan sobre sus hombros el peso que todos llevamos, pero con la esperanza del que resucitó de entre los muertos, y nos anunció un mundo nuevo.

Historia de la Semana Santa de Ronda

Foto 1
Foto 2
Foto 3

Atrás---Salir