El Rey Felipe V (1683 – 1746)
deseaba prohibir los festejos taurinos, que consistían en alancear
toros por los caballeros. Cierto día, un caballero maestrante quedó en
el suelo tras derribar un toro su cabalgadura; cuando el bravo animal le
intentaba amorcar, el rondeño Francisco Romero le salvó la vida
haciéndole un quite con su capa. A partir del incidente los caballeros
maestrantes lo prefieren y abandonan el alanceo, por recomendación de
Felipe V, y Francisco Romero se dedica a matar toros, sin
desjarretarlos, ayudándose de un lienzo blanco, al que llaman
"muletilla". Había nacido el toreo a pie en esta ciudad de
Ronda, denominada por este motivo, "Cuna del Toreo". El poeta
Nicolás Fernández de Moratín dice que, en el año 1.726, "empezó
a sobresalir a pie Francisco Romero, el de Ronda, que fue de los
primeros que perfeccionaron este arte... esperando al toro cara a cara y
a pie firme y matándole cuerpo a cuerpo y era esto una cierta
ceremonia, que el que esto hacía llevaba calzón y coleto de ante,
correón ceñido y mangas atadas de terciopelo negro para resistir a las
cornadas".
Hijo de Francisco Romero, inventor de
la muleta, fue el rondeño Juan Romero, que implantó la organización
de las cuadrillas con picadores y banderilleros. Así lo atestiguan las
viejas crónicas que relatan cómo Juan Romero se presentó en Madrid
para torear con su "singular cuadrilla". Una vez más, en
Ronda se perfecciona el arte de torear y se confirma a esta ciudad, con
la segunda generación de los Romero, como la "Cuna del
Toreo".
Tuvo Juan Romero varios hijos, tercera
generación de toreros rondeños, José, Pedro, Gaspar y Antonio, siendo
Pedro Romero el que marcó el estilo rondeño de torear, o "Escuela
Rondeña", que
ha trascendido hasta nuestros días. Dijo Pedro Romero que "el
torero no se hace con las piernas, sino con las manos", "el
matador nunca debe saltar la barrera, ni huir con espada y muleta",
"el cobarde no es hombre; para torear se necesitan hombres",
"más cornadas da el miedo que los toros"...
En el año 1830 se crea en Sevilla la
"Escuela de Tauromaquia", siendo su primer maestro el torero
Jerónimo José Cándido (cuñado de Pedro Romero, al casar José con
una hermana de Pedro). El rondeño, cuya situación económica era
débil, solicitó una plaza de maestro en Sevilla, pero el Rey,
lamentando haberse olvidado de Pedro en los nombramientos de esta
primera Escuela, ordenó el cambio en los cargos de Jerónimo José
Cándido por el célebre rondeño Pedro Romero.
A pesar de que la historia certifica a Ronda como
la Cuna del Toreo, marcando un estilo singular en la llamada
"Escuela Rondeña" que Pedro Romero pudo mostrar en la Escuela
de Sevilla, esta "Ciudad Taurina" nunca tuvo su propia aula de
enseñanza. Por fin, en el año 2000, último del siglo XX, se inaugura
la Escuela Taurina de Ronda, con el propósito de que futuros toreros
rondeños accedan a la bella y difícil profesión del arte de torear.
La intención de los promotores de esta Escuela es que su aula esté
abierta a cuantos tengan inquietudes por la cultura del toro bravo, un
animal que sin la tradicional fiesta española, habría desaparecido de
la fauna mundial, como ha ocurrido en tantos países que la detestan, y
en la actualidad conoceríamos su existencia a través de los museos
como si de dinosaurios de tratara. Por tanto, todos aquellos que tengan
deseos de conocer algún dato o despejar alguna duda en torno al toreo
en general, y a la historia taurina rondeña en particular, pueden
ponerse con contacto con la Escuela Taurina de Ronda cuyas puertas
están abiertas a quienes tengan interés por la cultura. |