ANA AMAYA MOLINA

Anilla la de Ronda

Esta singular mujer, de cabellos oscuros y levanto sujeta en la parte superior de la cabeza una flor, larga falda con delantal sobrepuesto, y entre sus manos una guitarra, no era otra que Anilla "la de Ronda", o como la conocían popularmente entre sus vecinos: "Anilla la gitana".
Nació Ana en la capital de la serranía allá por el año 1.855 el día 27 de Septiembre, y falleció el día de Todos los Santos del año 1.933 (contaba con 78 años), aunque a ciencia cierta no sabemos donde se produjo el óbito, pues algunas fuentes dan por hecho que fue en Ronda, mientras otras afirman que fue en Barcelona.
De su juventud sabemos que se dedicaba al contrabando de tabaco, además de tener "amoríos" con el torero Rafael Molina "El Lagartijo". Ignoramos en que momento de su vida se hizo "cantaora" de flamenco. Fue autodidacta tanto en el cante como en la guitarra que usaba como acompañamiento.
Comenzó su carrera artística en los cafés cantantes de Ronda, como El Pollo, El Forno o La Primera de Ronda. Allí conoció a su paisana Paca Aguilera y al maestro Antonio Chacón, con quienes volvió a coincidir en 1890 en el malagueño Café de Chinitas. El Siete Revueltas, el sevillano Café El Burrero y el madrileño Café Corrales también fueron testigos de su arte. Concretamente, el 14 de octubre de 1887 La Correspondencia de España publicó la reseña de una actuación de Anilla en la capital de España.

En 1922, Federico García Lorca, en la conferencia que pronunció con motivo del Concurso de Cante Jondo de Granada, mencionó a Anilla la de Ronda como una de las grandes "soleareras" de la época. De hecho, éste es precisamente el palo en el que más destacó la cantaora, quien creó un estilo propio, hoy muy poco conocido, de “solearillas” o soleares cortas. Una de las letras que más cantaba dice así:

“Estoy viviendo en el mundo
con la esperanza perdía
no es menester que me entierren
porque estoy enterrá en vida".
La simpatía de esta gitana cautivará a grandes personalidades de todo tipo. Pastora Imperio insistió en conocerla personalmente y le regaló una bata de cola, y la reina Victoria Eugenia, además de invitarla a actuar en una fiesta privada de la familia real, la obsequió con un mantón de manila.
En junio de 1930, convertida ya en “una vieja de cara curtida, andares de pato parsimonioso, con cierto contoneo aún de moza”, tal y como la describe José Benavides, Anita causó sensación en la Semana Andaluza, celebrada en el Pueblo Español de Barcelona con motivo de la Exposición Universal. Allí cantó y bailó acompañada a la guitarra por Ramón Montoya. Una crónica periodística de la época dice de ella que “es muy graciosa; canta con mucho nervio, a pesar de su edad, y sus ocurrencias hacen reír. No se separa de la guitarra, en la que tiene pegadas varias estampas religiosas. […] No cesa de beber, y durante el día ingiere de 15 a 20 copas de cazalla. El agua no la prueba, pues dice que sólo la usa para lavarse”.
Quizás "Anilla" no fuese poseedora de títulos nobiliarios o doctora en cualquiera de las ciencias o las letras de su tiempo, pero indudablemente fue una notable artista que llevó el nombre de Ronda y de su cante allá por donde estuvo. Es por ello que aquí, y como personaje rondeño, tiene su sitio.

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